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portada Historias Eróticas de la Aldea (Y de Otros Lugares)
Formato
Libro Físico
Idioma
Español
N° páginas
172
Encuadernación
Tapa Blanda
Dimensiones
20.3 x 12.7 x 1.0 cm
Peso
0.19 kg.
ISBN13
9781795802079

Historias Eróticas de la Aldea (Y de Otros Lugares)

Arzani Anders, Claudio ; Dufey Castro, Alberto (Autor) · Independently Published · Tapa Blanda

Historias Eróticas de la Aldea (Y de Otros Lugares) - Arzani Anders, Claudio ; Dufey Castro, Alberto

Libro Nuevo

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  • Estado: Nuevo
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Reseña del libro "Historias Eróticas de la Aldea (Y de Otros Lugares)"

Desde tiempos inmemoriales el erotismo ha estado relacionado con la historia de la sexualidad, como la literatura erótica. Pero a menudo este género ha sido sometido a la censura por considerarse vulgar y obsceno. En una sociedad rural postergada, patriarcal y machista, como lo fue de Victoria en esos años de mi pubertad, la educación sexual era un tema tabú, reprimido por la ignorancia y la moral religiosa. En esta materia reinaba la hipocresía absoluta; hablar de sexo era un pecado, admitido solo en el sentido de la procreación, pero la contracepción estaba prohibida. Por falta de educación sexual muchas jóvenes quedaban embarazadas sin desearlo.La vía de escape de ese mundo de tinieblas era hablar de sexo en doble sentido y en particular a través de chistes picantes, la especialidad de mi 'pueblo maldito'. Solamente por esas amalgamas de mal gusto, muchas veces sexistas y machistas, se podía acercarse al erotismo de manera, encubierta, como las revistas osadas que se leían a escondidas. Para las mujeres las fotonovelas y los consultorios sentimentales, permitían un poco de fantasías.La institución tolerada socialmente para referirse a los placeres sexuales, (especialmente reservada para los hombres), eran los numerosos burdeles existentes en el pueblo. Los prostíbulos lucían rótulos de 'casas de recreos', o 'salones de baile'. También eran conocidos como 'casas de huifas', un chilenismo de lo más profundo, como las 'casas de remolienda', lugares donde se podían obtener favores sexuales tarifados.Otra forma tolerada de referirse al sexo de manera indirecta, fue sin duda la observación del comportamiento de la naturaleza. Vía admitida porque era imposible ocultar la vida sexual de los animales y de otras especies. Durante mi infancia, la percepción del acto reproductivo de la naturaleza fue la mejor escuela para referirme al sexo humano por analogía, sin temor a la censura.Hasta ahora nunca me había atrevido a escribir relatos eróticos, muchos de ellos inspirados por mis vivencias que, aunque no se crea, tuvieron lugar en mi pueblo maldito . Estas historias eróticas, quizás ya pasadas de moda debido a la irrupción del cine y de sitios pornográficos, constituyen mi tardío encuentro con el hedonismo.

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El libro está escrito en Español.
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